La mosca es un animal común con el que convivimos en nuestro día a día. Representando a más de 100.000 especies distintas, pertenece al orden de los dípteros, compuesto por animales de pequeño tamaño que poseen un solo par de alas para volar. Las moscas son insectos holometábolos, lo que significa que experimentan una metamorfosis completa en sus ciclos de vida: huevo, larva, pupa y adulto.

Las moscas son conocidas por su notable capacidad de volar. El tipo de vuelo de los dípteros es lo que se llama "volteado", con las alas batiendo hasta 500 veces por segundo. Sus habilidades de vuelo les permiten maniobras acrobáticas, posarse sobre superficies verticales e incluso volar hacia atrás. Su vista también es única, basada en una gran cantidad de unidades de visión individuales conocidas como omatidios que componen sus enormes ojos compuestos.

Sin embargo, estos ágiles viajeros del aire también son sinónimo de molestia. Casi todas las especies de moscas, incluyendo las más comunes como la mosca doméstica, sirven como vectores de enfermedades. Están constantemente en búsqueda de alimentos, siendo atraídas por la materia orgánica en descomposición donde depositan sus huevos. En este proceso, estas pequeñas criaturas pueden transferir patógenos de un lugar a otro, convirtiéndose en agentes causantes de enfermedades como la disentería, la cólera, entre otras.

Además, la mosca ejerce una labor fundamental en nuestro ecosistema mediante la descomposición de residuos y cadáveres, la polinización de plantas y como fuente de alimento para otros animales. Curiosamente, es un animal que ha sido importante en la ciencia. Su rápido ciclo de vida ha sido de gran utilidad en estudios genéticos, favoreciendo nuestro entendimiento de la herencia y la evolución.

Por su abundancia y cercanía al ser humano, la mosca no pasa desapercibida. Aunque muchos la consideran una simple molestia, este minúsculo insecto desempeña roles esenciales en la naturaleza y ha sido una pieza clave en el desarrollo del conocimiento científico.