Las jirafas, cuyo nombre científico es Giraffa camelopardalis, son uno de los animales más fascinantes y únicos del reino animal. Son enormes criaturas que viven en las sabanas y los bosques abiertos del África subsahariana. Se consideran los animales más altos de la tierra, alcanzando alturas de hasta seis metros.

Su envergadura no solo se debe al largo de su cuello, que puede ser de dos metros y medio, sino también a sus largas patas. A pesar de la longitud de su cuello, al igual que los humanos, tienen siete vértebras cervicales. Parecen ágiles y frágiles pero en realidad son muy fuertes, tanto es así que unas patadas bien dirigidas pueden ahuyentar a los depredadores.

Las jirafas tienen un diseño de pelaje distintivo que consta de manchas grandes que pueden ser de diferentes formas y colores, dependiendo de su subespecie. Su lengua, larga y prensil, puede medir hasta 45 centímetros y tiene un color oscuro para protegerla del sol, usándola para arrancar las hojas de las ramas más altas de las acacias, su alimento predilecto.

Son animales sociables, viven en grupos cambiantes que pueden consistir en individuos de un solo género o mixtas. A pesar de su tamaño, pueden correr hasta 60 km/h en distancias cortas. Son rumiantes, pasan gran parte del día comiendo y tienen un sistema de estómago de cuatro cámaras que les permite maximizar la absorción de nutrientes de su dieta.

En cuanto a la reproducción, las jirafas son animales polígamos. Es el macho el que busca a la hembra y tras un periodo de gestación de aproximadamente 15 meses, la hembra da a luz de pie a una sola cría, que suele medir cerca de 1.8 metros y, poco después, es capaz de seguir a su madre.

Aunque son especies protegidas debido a la caza por sus pieles y su carne, su mayor amenaza es la pérdida de hábitat debido a la acción humana. Por todo esto, las jirafas son animales realmente fascinantes, dotadas de una elegancia y adaptaciones sorprendentes.